Goleman (2010), menciona que las
cuatro dimensiones de la inteligencia emocional son la conciencia de uno mismo,
la autogestión, la competencia social y la gestión de las relaciones. Por ello,
“parte
importante del proceso educativo y formativo de los niños es acostumbrase a
autoconocerse y autoevaluarse permanentemente”. En las primeras etapas,
ellos crecen en un ambiente en el que los demás se encargan de orientarlos y
corregirlos para moldear y crear comportamientos que les permitan vivir de
manera armónica en sociedad. En estadios posteriores, van adquiriendo madurez,
de tal manera que pueden interiorizar las normas y los controles, sin tener que
depender estrictamente de la influencia externa; construyen su propio código de
valores, que es la herramienta que les permite evaluar y examinar su actuar
personal.
De esta forma, los niños no sólo
necesitan que sus padres o maestros los retroalimenten en cuanto a su
comportamiento, sino que, además, deben aprender a conocerse y a evaluarse. Igualmente,
a medida que crecen, aprenden a ser capaces de generar por sí mismos estados
emocionales que propician actitudes favorables para las diferentes situaciones
que necesitan enfrentar.” (González y López, 2010)
Como educadores y padres de familia debemos considerar algunas
disciplinas como los valores, hábitos y actitudes en la salud emocional de los
niños, y encontrar el equilibrio entre estas y la actitud autoritaria, flexible
o permisiva mediante la adquisición de destrezas y habilidades de autocontrol,
empatía y la expresión adecuada de los sentimientos.
Implicaciones
que tiene el estrés en la vida familiar, laboral y escolar.
Cuando no se sabe manejar adecuadamente la tensión, surgen
implicaciones dentro del entorno escolar, familiar o laboral como son:
v La expresión
de afecto
v Las buenas
relaciones
v Calidad de
la comunicación
v Sentir angustia
v Sentirse enfermo
v Reducción
de la capacidad de aprendizaje
v Sentir algún
tipo de fobia
¿Cómo
podemos ser educadores y padres emocionalmente competentes?
v Compartiendo
experiencias con otros padres.
v Enterándose
de los descubrimientos de la psicología infantil.
v Aprendiendo
de los errores y aciertos de los demás.
v Conociendo
a sus hijos.
v Confiando
en sus propias capacidades como adulto.
v Dando
ejemplo a sus hijos en lo relacionado con el control de las emociones
negativas.
v Dedicándoles
gran cantidad y calidad de tiempo.
Como
padres y docentes o responsables del cuidado de los niños tenemos la obligación
de estimula al niño a reafirmar su autoestima y autoconcepto a través de
diversas situaciones como son:
v Ayudándolo
identificar y a superar su debilidades
v Que se
plante y alcance metas y objetivos
v Esperando
lo mejor de él y hacérselo saber
v Tomando en
cuenta sus opiniones
v Teniendo
expectativas realistas
v Haciendo
que se sienta valioso
v Permitir
que realice lo que es capaz.
Referencias:
González, M. y López, J.
(2010): “Disciplinar con inteligencia emocional”, Técnicas para enseñar hábitos y valores en los niños, Colombia, Ediciones.Gamma
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